Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.
Antecedente:
CRÓNICA MEXICANA
(C) Gonzalo Díaz Migoyo y Germán Vázquez Chamorro
Comentario
Capítulo 30
Aquí comiença de la manera y destruiçión y basallaxe de los pueblos de tziccoacas y tuchpanecas çerca del mar, naturales de las costas
La causa y razón de las muertes de los mexicanos y suchimilcas, azcapuçalcas, Tacuba, chalcas, fueron mercaderes tratantes todo género de mercadurías, ora con codiçia, ora de malquerençia o por los rrobar. Abiendo en Tziccoac y Tuzpa general tiangues (mercado), que es de beinte a beinte días, los prençipales de estos dos pueblos, conformados y conçertados los unos y los otros de matar y mataron a todos los tratantes mercaderes (puchtecas) y los despeñaron, por mayor dolor, de unas altas rrocas, peñascos de una gran sierra. Y no fue tan secreto que no lo dexasen de beer los naturales y tratantes del pueblo de Tulançingo y estos, por estar bien de gra [33v] çia con los mexicanos, binieron a dar notiçia de lo susçedido a Monteçuma y a todo el ymperio mexicano. Oydo por los mayorales Çihuacoatl Tlacaeleltzin, baleroso general, el mensaje de la mala nueua y como, luego hecho esto, se abían fortaleçido con baluartes, cúes altos, petrechos de guerra, tendiendo abían de benir luego sobre ellos, y fueron çinco fuertes, esforçándose con gran puxança y soberuia. Y por Monteçuma tendido, presentes Tlacaeleltzin y los demás capitanes, les rrepondieron a los mensajeros, después de agradeçido el mensaje. Y descansando algunos días, hablaron el Monteçuma y capitanes, dixeron: "Esto no es cosa çufridera, de se atreuan unos bellacos a sorrostrar el ymperio mexicano y abatir tam balerosos capitanes y soldados como ay; y luego se pronunçie en todo Tenuchtitlan guerra contra ellos a fuego y sangre, e comiençen luego el matalotaxe y por lo consiguiente, por nro mandato, y espeçialmente tocante a cada uno de los pueblos sus basallos, hijos, hermanos muertos con tal traiçión". Y luego, tendido el mando, los mensajeros, gente yllustre, un capitán con seis aconpañados, fueron primero a Tacuba al rrey Totoquihuaztli, que, bisto y tendido lo susçedido, luego se pongan en camino los balerosos leones, tigueres, águilas sus personas figurados, con el aparato de armas, bastimentos para tal día señalado, para Tuchtepec, y luego a los de Çiuhcoacaz, gentes traidoras, y luego a los de Tamachpa, cuextecas, tiene çinco fortalezas hechas su defensa de ellos, y por lo consiguiente a todos los pueblos y señores comarcanos y basallos del ymperio mexicano, rrespondiendo todos y cada uno de por sí se cumpliese luego el rreal mandato pues era cosa tan ynportante a todos ellos. Y luego, por ser el biaxe largo, hizieron matalotaxe doblado para la yda y buelta. Y por Neçahualcoyotl, rrey de Tezcuco, tendido, se holgó en gran manera por querer ser él general de su gente de aculhuaques y rrespondió. En rrespondiendo, hizo merçedes a los mensajeros, protestando todo su poder y balía, con mucho agradesçimiento del rrey Monteçuma y de Çihuacoatl Tlacaeleltzin, los quales, tendido por todos ellos y sus rrespuestas, mandaron a los capitanes el rrey Monteçuma, y Çihuacoatl, manda luego a los capitanes Tlacatecatl y Tlacochcalcatl y Cuauhnochtli, Tlilancalqui luego a terçero día se aperçibiesen y pusiesen en camino con sus armas, bituallas. Y las mugeres de estos soldados mexicanos, señal de jamás los beer boluer, començaron luego a ayunar, poner çeniza sus cabeças, señal de gran tristeza, y jamás se lauauan las caras ni tenían plazer alguno, sino muy tristes. Y a media noche se leuantauan las mugeres, hazían lumbre de cortezas de árboles (tlaxipehualli) y barriendo sus calles a media noche y bañándose todas las casadas, y luego hazían tortillas rreales, tortillas grandes, llaman papalotlaxcalli, y xonecuillin, gusanos de magués fritos y tostados, lleuáuanlo al templo llaman Omacatzin y Yecatzintli y Coatlxoxouhq, [34r] (Culebra cruda berde), y al templo de Huixtoçihuatl y al de Milnahuac y a Atlatona y al gran templo de Xochiquetzal y al de Quetzalcoatl y a otros templos pequeños y mayores, todas las noches después de medianoche, como de estaçiones, ofresçiendo como sacrifiçio las comidas heran dedicadas a los saçerdotes de los templos, llamados tlapixquee papahuaquee, lleuando una soga torçida como de un dedo de grueso, dando a tender que mediante los dioses abían de boluer sus maridos bitoriosos con gran presa de sus enemigo; y lleuando estas mugeres una lançadera de texer (tzotzopaztli), señal con espadartes an de bençer sus enemigos sus maridos y hijos; haziendo otras muchas çerimonias las mugeres según rregla antigua de ydolatría. Y hecho este sacrifiçio cada quatro días, una noche hasta el alua en proçesión con gemidos y lloros, y luego, al despedir, besan a los saçerdotes la mano, que es un brasero con lumbre ardiendo. Y estas mugeres casadas y otras donzellas tres bezes yban a barrer el templo que cada una tenía más çerca de su casa y todo esto es señal de su penitençia y rrogatiua a sus dioses por la bitoria que esperan de oyr de sus maridos. Y dizen los soldados: "Tenemos quien nos ayune y tenga nra bixilia de nra penitençia para conseguir bitoria". Y dezían las mugeres: "Señores y dioses del día y de la noche, como son Tezcatlypuca, dios del ynfierno, somos tus basallos. Abed piedad de los que por bos andan por los montes, prados y llanos uro nombre y serbiçio, en las orillas de la mar, por los soles, aguas, yelos, fríos. Condoleos de ellos, que por uro alto nombre andan y buscan y ensanchan rreinos y criaturas, por uro sacrifiçio en onrra y gloria a mayor abundamento". Y todo esto hazen estas mugeres todo el tiempo están sus maridos, padres, hijos en la guerra. Y llegados estos soldados al pueblo de Tulançingo, los uezinos de allí les salen a rresçibir con mucha alegría con rrosas, perfumaderos y todo género de comidas, con mucho plazer y alegría, con muy corteses palabras, a todos los capitanes mexicanos, por su orden, comidas, que de una gallina o gallipabo (huexolotl, çihuatotolin) hazían um bollo, totolquimilli, manera de enpanada, rrelleno y rrebuelto de conexos y codornizes un solo bollo (tamal), a cada prençipal capitán uno, con otras muchas biandas de bollos (tamales) diferentes de colores y breuajes de cacao y pinole para el camino, rrosas, perfumaderos, mantas galanas, pañetes labrados. E luego los mexicanos dixeron al rrey y señor de ellos, Neçahualcoyotl, luego mandase aperçibir la gente de guerra, balerosos soldados, armas y diuisas, todo genero de mida para el matalotaxe. Y así, luego començaron a caminar a la Guasteca y breue tiempo llegaron al sitio y paraxe. lo más seguro y alto hizieron rreal los mexicanos, hizieron buhiyos, para cada un prençipal el suyo y, por su orden, de cada pueblo de los yban, su canpo, de por sí. E luego otro día fueron llegados, mandó llamar el capitán a los capitanes, que el general mexicano Cuauhnochtli y Tlilancalqui mandaron a los mexicanos soldados y aculhuaques tezcucanos e les hizieron a todos un largo parlamento tratándoles el esfuerço, balor y balentía de cada [34v] uno, diziéndoles como estauan tan distintos y apartados de su patria y naçión y en orillas de la mar, a sólo ganar onrra, fama y adquerir rriquezas y esclauos o morir como balientes en la guerra, pues a otra cosa no son benidos sino a ello, y olbidando de todo punto padre, madre, muger, hijos, hermanos, deudos, que a otro no son benidos. Y abiéndoles pospuesto otras muchas miserias pasadas la niñez, caresçiendoles su alto balor y esfuerço, diziéndoles más, que los contrarios no eran demonios ni bisiones ni tigueres ni leones ni águilas ni fantasmas del tzitzimitl, coleletli (duende), "que gentes son como nosotros; traen armas las manos como nosotros. Y es de creer que ellos, en pensar somos mexicanos, sólo el rrenombre an de atemorizar y acobardar de nosotros". Y con estas palabras cobraron tanto esfuerço y balentía que no bían la ora de trar em campo con los enemigos. "E para ser conosçidos y tener cuenta de ca uno de qué tierra es, abemos de lleuar nras debisas, armas del pueblo: Mexico, el tunal y águila; Tacuba, el suyo; Azcapuçalco, el suyo; y apellidando "¡Mexico, Mexico!, ¡Suchimilco, Suchimilco!, ¡Tezcuco, Tezcuco, aculhuaque!", para seamos todos conosçidos; y los muy biexos sus trançaderas de cueros colorados, beçoleras y orexeras". Y llegados a los lugares y campo, los más balerosos soldados y capitanes se soterraron tierra los cuerpos y cubiertos con paxa, para luego salir de en medio de los enemigos para dar por las espaldas y atemorizallos. De manera que tre los mançebos jóbenes yban tremetidos los más esforçados y balientes, llamados cuauhchime y otomi, que estos son como los españoles soldados biexos, astutos en guerras, para dar ánimo a los moços nobeles, bisoños. Y así, luego en sus lugares se començaron a poner en orden y conçierto tretexidos, y los otros soterrados.